Moda sostenible: ¿Te suenan estos conceptos?

No estamos descubriendo nada nuevo al decir que la industria textil es la segunda más contaminante y perjudicial para el medio ambiente. También es cierto que cada vez son más los consumidores conscientes y exigentes a la hora de escoger sus productos y a los que les importa cómo se fabricó, con qué material, dónde y quién hizo su ropa. Y aunque todavía queda mucho camino por andar, la sostenibilidad se abre paso en la industria de la moda. ¿Pero tenemos todos claro de qué hablamos cuando usamos términos como ‘trazabilidad’, ‘upcycling’ o ‘comercio justo?

Conocer qué significa cada concepto nos ayudará a entender un poco más las claves de la sostenibilidad en esta industria. Si eres de los que conoce todos los términos, enhorabuena, sabes de qué te están hablando las marcas y los comercios que apuestan por la sostenibilidad. Si, por el contrario, algunas de estas palabras no te suenan de nada, seguro que cuando vuelvas a oírlas sabrás qué significan.

Economía circular.  Se trata de un sistema que prioriza el aprovechamiento de los recursos y la reducción de las materias primas con el objetivo de prolongar la vida útil de los residuos para establecer una economía sostenible. Es una alternativa al modelo de producción y consumo de “usar y tirar”, llamado economía lineal.
La principal diferencia entre ambos es que en un sistema circular los productos –en este caso los relacionados con la industria textil– se reciclan, se reducen o se reutilizan; en cambio, en un modelo lineal se fabrican, se consumen y después se desechan.

En definitiva, en la economía circular confluyen aspectos económicos, ambientales y sociales en un ciclo sostenible cuyo objetivo es conseguir que se consuma menos energía y no se generen desechos que causen un impacto negativo en la sociedad ni en el medio ambiente. Se emplean los residuos para obtener materia prima para otros bienes.

La economía circular permite aprovechar al máximo los materiales. Limita, como decíamos, el consumo de energía, reduce gastos y contribuye a modificar hábitos de consumo. Todo esto lleva consigo una mejora en la
eficiencia de los procesos productivos y del mantenimiento de los productos, además de fomentar la implantación de tecnologías limpias, nuevos modelos de negocio, mejor posicionamiento en los mercados actuales y un consumo más responsable de los productos.

Trazabilidad.  La industria de la moda sostenible se fundamenta en distintos pilares y uno de los más importantes es la historia que hay detrás de cada una de las piezas de ropa que vestimos.
La trazabilidad se refiere a los métodos y materiales utilizados en la fabricación de la prenda y permite al consumidor reconstruir todo el ciclo productivo de ésta, y conocer sus cadenas de suministro de principio a fin con el objetivo de poder rastrear cada uno de sus componentes desde la materia prima hasta la etiqueta de la ropa. Es posible recorrer el camino de esa prenda partiendo los orígenes hasta llegar al producto terminado disponiendo de toda la información sobre cómo se ha llevado a cabo.
Por ese motivo, la trazabilidad va siempre de la mano de la transparencia y el comercio justo.

   

Comercio justo.  Según la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO), el comercio justo es “un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur.”
El comercio justo engloba a numerosas organizaciones que tienen como objetivo común desarrollar un modelo comercial que proteja los derechos de los trabajadores/productores y el medio ambiente.
Las organizaciones consideradas de comercio justo deben respetar los derechos humanos, laborales y sociales: salarios dignos, condiciones laborales adecuadas y seguras, lucha contra la explotación infantil e igualdad de género.
Llevar a cabo prácticas justas: relaciones comerciales estables, libertad sindical, democracia en la toma de decisiones.
Y contribuir a la protección del medioambiente, a través de técnicas de producción ecológicas y respetuosas con el entorno.
 
Upcycling.  Hace referencia al proceso de convertir desechos recuperados o “inservibles” en un producto o material de mayor valor. Gracias a él se otorga una segunda vida a un objeto, en este caso a una prenda de ropa. También se usa el término reciclaje creativo –la creatividad juega un papel primordial a la hora de encontrar nuevos usos a ese producto– o supra-reciclaje.
El upcycling aprovecha para crear diseños nuevos con aquellas prendas que ya no se usan o tienen alguna tara, dándoles un nuevo valor. Es decir se crea algo nuevo con desechos que ya habían sido descartados.

  

Downcycling.  Dar nueva vida a materiales no utilizados o desechados, aquí también se incluyen restos de stock. Eso es el downcycling. Todos estos materiales se transforman en un nuevo producto/ prenda o un material con la que fabricarla. Eso sí, ese material perderá propiedades durante su reciclaje, así que puede ser que el coste final de la prenda sea menor al tratarse de un artículo de calidad inferior.

Microplásticos.  Son invisibles, sí, pero son una amenaza para ríos y océanos y sus ecosistemas. Se trata de partículas diminutas de plástico que están en la ropa sintética y que contaminan nuestro medio ambiente. Según estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), alrededor de 1,5 millones de toneladas de microplásticos se vierten a los océanos cada año, dos tercios de los cuales están compuestos por fibras sintéticas de prendas de vestir y textiles. Lo que supone una gran amenaza para la vida marina que los ingiere.

Producción a pequeña escala.  Al contrario de lo que hacen las grandes cadenas textiles y de fast-fashion, la producción a pequeña escala es la mejor manera de adaptarse a la demanda y no desperdiciar recursos –algo imposible con la producción en masa–.
Al reducir la cantidad de prendas producidas en cada tirada, es posible asegurarse que esas prendas se usen y no se desechen ni se desperdicien. Además también es una manera de conseguir que esas piezas de ropa sean ‘únicas’ y se alejen de la uniformidad a la que nos acostumbra la moda de usar y tirar. De aquí sale otra cuestión interesante que convendría repensar ¿es posible fabricar moda sostenible a gran escala?

 

Fotos: Unsplash

 


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